El mercado negro lleva nutriéndose en los últimos años de un contrabando que parte de un tipo de robo a varios niveles, pero con un producto objetivo idéntico:el cableado. Bien de cobre, bien de plomo, bien fibra óptica. Cada uno de esos productos tiene cierto valor en el mercado legal, es decir, para quien sufre las sustracciones, y en el ilegal.

Pero, además del delito en sí y de ese valor del material, de cada una de estas acciones se suceden unas consecuencias que pueden causar unas pérdidas mayores. En eso incide Javier Martín, fundador de Sotecable, una compañía vallisoletana que ha desarrollado un sofisticado sistema antirrobo de cableado eléctrico que trata de minimizar al máximo la efectividad de los cacos cuando se proponen arrancar esos materiales conductores del subsuelo.

A través de una serie de alianzas estratégicas con varias compañías, para abarcar todos los procesos, desde la producción hasta la comercialización, la empresa, de apenas tres meses de vida, ha dado vida a la idea de Juan Díaz, el inventor del sistema, que puede instalarse tanto en farolas como en arquetas y sistemas de riego.

Quizás una de esos acuerdos estratégicos más importantes sea el firmado con la empresa Proxima Systems. Y es que Sotecable y la compañía de Emiliano Muñoz van de la mano en el sentido de que ese sistema antirrobo, que anula de manera en un porcentaje muy alto los esfuerzos de los ladrones, puede ir integrado con esa detección a distancia. La unión entre protección y alarma da como resultado un equipo que alcanza máxima seguridad.

Un tornillo especial inmoviliza el aparato y sólo tiene la llave para retirarlo el usuario

El sistema original va destinado a las farolas. «A aquellas instaladas y en las que se ha producido un ataque, incorporamos un elemento, compuesto por dos partes, una base y una tapa, en la que intercalamos un obturador, un retenedor del cable», explica Javier Martín. Esa base va fijada a las paredes de la farola a través de unos tornillos que inmovilizan el elemento. «Una vez inmovilizado, la tapa se une a la base mediante un tornillo especial». Lo fundamental de todo esto es, precisamente, ese tornillo «especial», que es personalizado. Es decir, «sólo es atornillable o desatornillable con una llave que se fabrica expresamente para el usuario», indica Martín. «Podemos personalizar tanto el tornillo de cierre como la llave», añade.

Han llegado a un acuerdo con fabricantes de farolas para que el sistema salga instalado de fábrica y «lo único que se coloca en el mismo proceso de instalación de la farola es la tapa, para permitir la conexión de las luminarias».

Poco a poco se va perfeccionando el sistema y ampliando su abanico de posibilidades. Eso sucede, por ejemplo, con las arquetas, también objetivo de los ladrones, desde donde tiran y tiran del cobre hasta que se acaba. Tal y como apunta Martín, este punto es «más complejo», porque hasta las de una misma calle pueden tener diferentes dimensiones. Por ello, precisaba de «una solución muy flexible».

En ese sentido, utilizan «el mismo sentido de bloqueo», pero colocan «una barrera en los accesos y salidas del cable a la arqueta», con placas de acero inoxidable para impedir que el obturador pueda extraerse. «Al tener esa barrera, no es posible el deslizamiento ni del cable ni del sistema de bloqueo a través de los conductos del cableado».

Lo que Martín aconseja, ya que muchas arquetas u otros accesos al cableado se encuentran retirados de áreas urbanas, es acoplar el sistema de teledetección, pues un pequeño salto en la tensión puede dar una alarma. «Los delincuentes pueden utilizar martillos neumáticos e incluso grúas, pero necesitan tiempo. Si se protege y se avisa, ese puede estar limitado», manifiesta Martín.

Eso es clave para el medio rural, pues el mismo sistema se instala en sistemas de riego como los pivos. «El cableado de una instalación de riego vale dinero, pero los efectos que se derivan en un robo puede suponer que durante cuatro, cinco o seis días una tierra no se riegue y conduzca a una pérdida de la cosecha», sentencia.

Fuente: El Mundo

http://www.elmundo.es/economia/2014/06/03/538cc2f622601db3258b457e.html